Abandonar lo terrenal implica dejarse llevar por los vaivenes del suspirar, sobre volando nuestro alrededor, despacito, como si flotar fuera lo normal, en perfecta comunión con la ligera brisa del mar que se suele encargar para la ocasión, no existen pies de cemento ni ataduras que impidan la libre absolución, el balanceo se hace inevitable y no hay peso suficiente que contribuya a la conexion, en la ingravidez no existe el dolor, ni espacio para la desesperación, frágil asimetría de lo real y aquello que desborda nuestra imaginación, pueden ser delirios o quizás un exceso de querer desterrar el otro lado que nada tiene que ver con los sueños, donde la puesta en escena corre a cargo de la necesidad de sobrevivir.
PD:
Despertarse implica
el abandono de aquellos sueños
que mejoran a ultima hora,
cuando el tiempo conjura
a nuestras espaldas
pócimas para regresar
a la realidad...