En momentos de hastió me dejo llevar por aquello que mis dedos, inconscientes, involuntarios, indefinidos y espontáneos, transportan el deseo subyugado del peso eterno de los sueños incumplidos, sobreviviendo al continuo vaivén del vuelo al compas del viento, entre los caminos cercanos y los deseos lejanos, volviendo a recordar el sentido de una caricia, de un beso o de aquel roce que inyectaba sin proponerselo la magia de cualquier quimera sin alquileres ni premisas que enturbiaran el buen hacer de la vida, en momentos de hastió, me dejo llevar por mis dedos toqueteando el teclado, sin ton ni son, sin principio ni final, sin lecturas, vacios de la envergadura del contorno de lo imposible, tan solo inventando o reinventando, quien sabe, un lugar donde sentir la felicidad a flor de piel o tal vez esos deseos sin contraindicaciones ni supuestos orquestados, solo con el fin de rellenar los rincones de la soledad...
pd:
La soledad a veces
se convierte en hastió
cuando no es deseada...