Retozan a sus anchas los aguerridos zumbidos envalentonándose
a través del reguero que circula por nuestras entrañas, parecieran dueños del
universo y en cierto modo lo son, el de nuestro yo particular,
intransferible, como punto de partida,
como punto de encuentro entre los sueños y el tiempo, mas allá de lo que
nuestra mirada es capaz de alcanzar a dilucidar, a suponer o superar como
importante, como necesario o innecesario, trajín de palabras invocando la
necesidad de orquestar lo que no podemos ver, lo que no podemos imaginar,
recrear o tergiversar, la vida, como la muerte es importante tomársela como
viene, no hace falta discutir, hay que vivirla, morirla, como si fuera siempre,
lo último que hacemos, posiblemente este segundo sea el último, disfrutémoslo y
no lo malgastemos en pensar como será el siguiente, cuando lleguemos al
siguiente, el anterior habrá desaparecido...
pd:
Vivir el momento,
disfrutar el momento,
porque dejar de
hacerlo
si no volveremos a vivirlo...