VERSOS SIN RIMA

El principio
fue desahogar
apreturas consabidas,
achicando latidos sobre actuados,
quizás cierta terapia surrealista,
con la que emancipar la distensión.
La continuación fue asentar el rumbo,
marcado en vaivenes de olas encendidas,
entre murmullos contradictorios
y subliminales velatorios.
Lo que viene después es lo que vivo ahora,
cuan actor sabe pasar del llanto
a la risa en cuestión de segundos,
como el pintor elige sus colores
al plasmar sus miradas,
o aquel cantante emulando
cada uno de los sonidos a su alcance,
así me siento yo,
creador de mis propias vicisitudes
girando a mi alrededor,
descubriendo además que puedo
llegar a ser ser gaviota y volar
entre nubes de algodón,
delfín para danzar
entre profundas cercanías,
gacela que salta de un confín a otro del sentido,
que decir del caballo para trotar
entre espacios de tiempo y lugar,
mariposa revoloteando al compás
de un poema en tus pensamientos,
mientras el galeón de mi corazón
sigue surcando el ancho mar,
en busca del rumbo de todo aquello
que todavía me queda por decir.
No me importa confesar
que hoy por hoy empiezo a disfrutar,
al sentarme a golpear mi teclado,
arañando susurros con nocturnidad, empecinados
en desmentir que tan solo fue una quimera
dibujada en mi cabeza, la de no creer en
el peso de tantas cosas buenas que iba a depararme
la conjugación de palabras que emborrono
entre estas cuatro esquinas,
de mis versos sin rima.