
Nunca una espera había sido tan dura, ni la teoría tan difícil de cumplir, necesidades básicas para lograr alcanzar la meta que tenias frente a ti, si bien es verdad que entrañaba demasiados riesgos, has sabido sobre volar a ras de la vida misma.
Nunca de la oscuridad se pudo crear tantos destellos, ni ruidos del propio silencio cortando la respiración, ni exaltación tan positiva entre la delgada línea que marca el ser y estar en el determinado momento de un vaso al caer, rompiéndose en mil pedazos.
Nunca una espera de abrazar algo tan frágil había necesitado de tanta esperanza concentrada, ni conjurar a los sortilegios de exorcizar a los malos pensamientos que intentaban hundir la habilidad de sonreír ante la tormenta de los sentidos.
Nunca la espera de alguna caricia había sido tan subliminal, ni la sombra de tus alrededores había tenido tantas ramificaciones para arañarle al tiempo un sueño por cumplir, aquel que sigue estando girando a mi alrededor con la sonrisa plasmada en el rostro y en el alma.
Nunca un despertar había sido tan deseado, nunca un agradecimiento podría ser tan sentido como aquel que transmito a todos los que con sus muestras de cariño y apoyo, han conseguido no derretir la frágil esperanza de ver cumplido aquello que no me permitía sobre volar mas allá de la tristeza.
Nunca podré agradecéroslos lo suficiente. GRACIAS...
