No imagino cuánto pesarán los desatinos,
ni cuánto las quimeras. No hago otra cosa
que adoptar tu presencia, como el aire
que respiro mientras te oigo decir:
"Suéñame como yo te sueño..."
Y no hago otra cosa que soñarte,
queriendo ser sueño
para envolver tu cuerpo desnudo
frente al mar que un día fue testigo
de nuestro primer encuentro,
alimentando los minutos
como a esas gaviotas
revoloteando a nuestro alrededor.
Podrá ser nostalgia corporal
o, tal vez, la ausencia espiritual
que me pierde al final
en la soledad más absoluta
cuando no estás,
reordenando caricias en tu honor,
invalidando la distancia,
abarcando cada suspiro
que me recuerda a ti.
Y si te sueño,
¿vendrás?
Si te recorro
con el pensamiento,
¿estarás?
PD:
Siempre existe la posibilidad
y el temor a perder cuando
creemos tenerlo todo.
Las preguntas no siempre
tienen respuestas coherentes,
ni la cercanía es tan evidente
como quisiéramos
la mayoría de las veces.