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23 mayo 2025

SILENCIO AZUL


 



 

Sé muy bien cuándo empezó, aunque me guste fingir que no. El silencio no cayó de golpe, se fue colando a sorbos, como esas rutinas que un día parecen inocentes y al siguiente te ocupan la casa entera.

 

Y yo... yo lo dejé quedarse, lo alimenté sin querer, creyendo que me cuidaba. Me acostumbré a no pedir, a no decir, a soñar bajito, por si alguien escuchaba.

 

Fui doblando mis deseos hasta que cupieron en el cajón de lo aceptable, y cuando ya no entraron, los llamé “precarios”, para no admitir que eran míos.

 

Desde afuera, todo se veía en orden. Pero por dentro, las palabras se amontonaban, se agitaban, golpeaban, como olas buscando salida. Y yo… yo callaba.

 

Un día cualquiera, sin drama, me descubrí vistiendo de azul el fin de todo. Azul, porque yo siempre he sido más de matices que de extremos, más de despedidas lentas que de portazos.

 

Y entonces, dejé que salieran, las palabras, los gritos. Dando rienda suelta a todo.y girando a mi alrededor dejé que cruzaran el miedo, que atravesaran los escenarios que yo mismo levanté e inventé y que ahora temblaban conmigo.

 

Lloré sin lágrimas, acorralado por la impotencia, pero respiré como si el aire volviera a saber a mí.

 

Y ahí, justo ahí, entendí que mis pies seguían tocando el suelo.

 

Y yo —aunque distinto, aunque más roto, aunque más yo que nunca— también.

 



Pd: 

No siempre nos rompemos de golpe,

 poco a poco es el silencio

 el que va agriteando los huecos, 

hasta que un día entiendes

 que callar no siempre 

es la mejor opción.

 






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