A veces… el alma solo pide un poco de tregua.
Sin necesidad de respuestas ni explicaciones. Solo un poco de silencio. Respirar, sin tanto ruido girando a mi alrededor. Encontrar un rincón donde poder rendirme, sin tener que buscar culpables y sin la obligación de resistir.
Hoy me pesan los días. Me pesa esta armadura que ya no sé si me protege o me encierra, y que, muchas veces, cuesta tanto quitarme. Hay momentos en los que solo quiero decirme, bajito... —Está bien no poder con todo—
Levantarme sin prisas, dejarme envolver por la quietud mientras cicatrizan las heridas. Darme una nueva oportunidad… incluso sin necesidad de merecerla.
Y si hoy las sombras merodean mis esquinas, que el silencio me cobije, que el tiempo no me exija, y que la vida —aunque sea en susurros— me confirme que aún estoy a tiempo.
Pd:
Porque a veces, respirar…
también es una forma de continuar.
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