No sé si podrías verme aunque estuviera frente a ti, ni si tus ojos querrían detenerse en los míos, si tu mirada sabría cómo nombrarme, y tampoco sé si tendría el valor de sostener la tuya, de encontrarme en tu reflejo. No sé si podría pedirte que me buscaras, entre otras cosas ignoro si querrías buscarme, sí tengo derecho a pedírtelo y tampoco sabría si aceptarías el tiempo que necesitarías para encontrarme. No sé si al final de todo querrías quedarte, si podrías encontrar en mí lo que busco en ti, ni si este laberinto de dudas merece una salida, pero estoy aquí, preguntándome, si hay o no respuestas a lo que nunca te dije. Tal vez no se trate de respuestas, sino de aquello que queda en el aire, suspendido entre el deseo y el silencio, tal vez, al final, sea en las dudas donde realmente nos encontramos, aunque nunca apostemos por ello. Porque a veces las palabras que no se dicen pesan más en el alma, que aquellas que se dicen por decir, y tal vez, en este torbellino de idas y ven
El tiempo no se detiene y a su paso va dejando imborrables huellas en cada suspiro, en cada palabra tejida de sentimientos, he dejado parte de mí en GIRANDO A MI ALREDEDOR, feliz y orgulloso de haber compartido el vuelo y el aterrizaje, las luces y las sombras, a sabiendas de que cada línea ha sido un reflejo de lo que siento, de lo que he vivido y de lo que soy. Van siendo unos cuantos años en los que he danzado en sueños, a veces acariciándolos de cerca, otras viéndolos desvanecerse al amanecer, pero hoy, después de este recorrido, entiendo que los sueños no se desvanecen, se transforman, acompañándome, ya no como fugaces destellos, sino como compañeros de camino. Cada verso, cada palabra, cada gesto a favor del viento ha sido una forma de tejer esa realidad soñada, donde el tiempo sigue siendo cómplice y maestro silencioso. He aprendido que no solo se trata de volar alto o caer a las profundidades, sino de habitar ambos extremos para encontrar la belleza en cada lugar donde las p