Pierdo la ilusión cuando veo caer el cielo sobre mi cabeza, cuando los argumentos no conducen a ningún lugar, cuando la guerra particular desorganiza mis perspectivas, cuando entre silencios y llantos, el corazón y la razón en total desconcierto, discuten hasta el agotamiento, consumiendo la ilusión, perpetuando el dolor y enmarañando la mirada desde el balcón del lagrimal, pero por muchas tormentas que acosen mi respiración, por mucho que se amontonen los sentidos o por mucho que los sentimientos se aglutinen en la garganta, siempre existirá la vereda paralela a todos estos desencuentros que me hagan llegar a encontrar el rayo de luz hacia la salida y aunque pareciera una ilusión creerse tal presunción, es la mejor opción para subsistir, para reinventar mi propio rincón bajo la luna y repetirlo hasta el cansancio perpetuo, es un intento como otro cualquiera, de creérselo...
La mirada perdida y la garganta cansada, lamentándose de no poder tragar la soledad que deparó su despertar, un buen día, sin darse cuenta, pero sufriendo la nada bajo la piel, se reencontró con sus sueños adormecidos, susurrando promesas de papel, desplegando el tiempo a intervalos despreocupados, en el corazón la miel y en el alma, el tropel acelerado macerando la hiel, la mirada perdida, indiscreta la almohada que a sabiendas de la oscuridad, no deja de reflejar la necesidad de poder contar su verdad. Pd : Bueno y malo se fusionan al despertar...
Vaya, pues yo tengo unas ganas de ver el cielo caer...
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