No dejo de sentir una profunda lucha interna al convivir con mis propios demonios mentales, donde exploro la incertidumbre de mi trayectoria, anhelando la perfección que percibo tan inalcanzable como esencial. Viviendo en un constante pasaje de contradicciones, cuando el deseo de encontrar orden en medio del caos, es la búsqueda del ideal en una realidad que parece resistirse, constante e inevitable enfrentamiento conmigo mismo. Acaricio las sombras que se aferran a mis pensamientos, siluetas que gritan entre susurros, maceradas por las dudas y certezas que jamás se reconciliaran, en cada paso, un reflejo de mi propia disonancia, un intento por trazar el rumbo en un mapa imaginario. Cultivo los demonios que se instauran en mi cabeza, descubro la ambigüedad que atesoran mis pasos, es la cruel perfección nunca habilitada y jamás encontrada. Y mientras avanzo, sigo sembrando esa cruel perfección que solo...
Girando a mi alrededor e intentando entender a través de mis escritos lo que me rodea y a los que me rodean...