En mi Navidad hay muchas guirnaldas, un árbol repleto de brillos y guiños a borbotones, un montón de recuerdos flotando a mi alrededor. Hay un sinfín de sonrisas que acompañan esta época.
Pero también guardo una caja de truenos y tormentas bajo la cama, bien cerrada, para que no se escapen. La tristeza la saco de paseo, sin ponerle hora ni día para regresar a mi Navidad. Ahuyento los malos augurios con luces de colores y rebobino los recuerdos para que acudan las canciones de aquel niño ilusionado.
Aquel que esperaba a los Reyes Magos mientras la felicidad envolvía mi Navidad. Villancicos acompañados del ritmo de las botellas de anís, de animadas panderetas, de la zambomba que tanto me costaba hacerla sonar. De cometas en el cielo y de Belén, el portal que siempre fue mi Navidad.
Abro las ventanas colocando una vela encendida para que acudan mis seres queridos que viajan por el tiempo, por el espacio, y así no se equivoquen de lugar. Es entonces cuando se respira la autenticidad de mi Navidad. Rodeo el escenario de mi corazón con la dicha de mantener la cercanía, de multiplicar el cariño, de anticipar un abrazo y perdonar para no volver a resbalar.
Ambiciono la esperanza de mantener mi Navidad a salvo de mentiras, respetando a los demás, comulgando la necesidad de seguir alimentando la amistad, paseando por los mercadillos, saboreando la magia con castañas asadas, con risas inusitadas, con la dulce espontaneidad que nos caracteriza por ser Navidad.
Pd:
Para que estas Navidades empapen cada centímetro habitado, para que ningún olvido se quede encerrado en el baúl, para compartir sin necesidad de pedir, para sonreír sin limitaciones, para ganarle el pulso a la tristeza, para que la esperanza arraigue en nuestros corazones. En definitiva, para que la Navidad sea para todos y para todo el año: ¡mis mejores deseos de felicidad para estas fechas...!