Solo
tengo dos segundos para convencerte...pero no puedo convencerte de nada, porque
el tiempo se agotó...
Y es
que nos ocurre a todos, una y otra vez deslizamos el dedo, arrastrando imagen
tras imagen y muchas otras más, fluyendo en la luminiscencia de la pantalla
como río sin memoria, con risas congeladas, con lágrimas filtradas, comidas
capturadas en el eterno banquete visual.
En
cada movimiento se revela un nuevo mundo y otro se apaga, rostros que nunca
tocaré, palabras que nunca volverán a resonar y sueños que se volatizaran en un
abrir y cerrar de ojos después de la efímera danza de likes y corazones
dispersos como hojas en el viento.
Busco
el momento idóneo para saltar al vacío, a esa historia que se adhiera a mis
pensamientos más profundos, pero solo encuentro ecos de sueños vacíos, de
sombras que pretendieron ser eternas y se desvanecieron en un simple clic.
A
veces se nos olvida profundizar en cómo la constante exposición a fragmentos de
vidas ajenas puede influir en nuestra percepción del tiempo y la autenticidad,
resaltando la naturaleza efímera de nuestra interacción con los ojos pegados a
una pantalla.
También se nos olvida
la vida más allá de la luz artificial, se nos escapan las texturas, los olores,
los sabores, el calor, el frío, el impacto emocional y personal, como influyen,
para bien o para mal, en nuestro estado de ánimo y en la relación con los
demás...
Pd:
Continuo devenir del tiempo
ante la luminiscencia
de cualquier
pantalla…
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