Tengo la extraña corazonada de que ha llegado el momento en el que me son reclamados todos los segundos, todos los minutos que creí malgastar, con intereses y sin derecho a reclamación, se acabaron los sueños empeñados, los derechos de admisión, la trémula sensación de pensar en domar el tiempo, se convierte en espejismos difíciles de centrar en cualquier situación, pareciera inverosímil. pero la quietud es solo un estado del alma, una intención, pero no una realidad, pareciera absorto en su devenir hacia el objetivo por conseguir, pero su caminar es imposible de parar, pareciera que no se sucumbe a sus efectos, pero el peso nos logra derribar, pareciera un sin fin de caminos por recorrer, un paseo por la nubes, un singular y estrepitoso final te consigue poner en tu lugar, allá donde las manecillas de reloj arañan el horizonte crepuscular, donde las palabras dejan de convencer y acaban por desterrar el deseo de especular con el tiempo y su viajar al infinito y mas allá...
pd:
No se trata de silenciar
ni maltratar al tiempo,
se trata de solventar entuertos
de vivir cada segundo
como si fuera el último...
Hora de que el tiempo explote para que domine el espacio
ResponderEliminarsuscribo las palabras de la postdata. Me han gustado mucho, porque creo que son tan ciertas... como incierto es el tiempo.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Por supuesto hhayque vivir el momento como si fuera el último, porque el pasado no vuelve, y el futuro no existe...es hoy. Y a tí te toca ahora precisamente vivir intensamente cada segundo de tu vida, porque a tu alrededor existe un motivo de atención permanente de atención constante, de beberte esos momentos hasta que de ellos llegues a emborracharte...
ResponderEliminarAbrazzzusss...siempre.
ResponderEliminarEl tiempo fuera de nosotros no existe, somos nosotros quienes lo medimos y corremos con él.
A una planta no le importa, no sabe qué es el tiempo, ni a los animales, ni a las rocas, ni a nada.
Sólo nosotros nos sucedemos en el reloj para sabernos en su tiempo.
Por eso hay que vivir cada segundo, el ahora, como si fuéramos árboles, sin pensar en lo que vendrá, porque cuando venga ya habrá pasado, y nosotros también.
En el Cosmos no existe tampoco el tiempo, y somos parte de él, del Universo, pero así todo, también lo medimos. Será que nos creemos sus dueños. Y no lo somos.
Perdón por tanta palabra, Jos, las tuyas me llevaron a pensar y a escribirlas.
Sigamos, hacia ese futuro que siempre será presente.
Gracias.
Abrazos.
Ío