Aún rodeado de mucha gente, es fácil sentirse solo y en soledad, flotando en una burbuja invisible que nos separa del resto del mundo.
La soledad puede ser abrumadora, pero también me recuerda lo silencioso de mi individualidad, dándome la oportunidad de mirar hacia dentro, de escuchar mi interior para poder sentir emociones sin filtro alguno.
Llegó el momento de descubrir quién soy cuando nadie me ve, cuáles son mis pasiones, los miedos que me asechan o los deseos que rondan mi ser. Y mientras el mundo sigue girando a mi alrededor, esos momentos de introspección pueden convertirse en puentes que me conectan no solo conmigo mismo, sino también con los demás de una forma más profunda y significativa, porque al entender mi propia soledad, puedo empezar a ver la soledad en los ojos de los demás y no tiene por qué ser el principio del abismo, sino un poco el espacio creado para el crecimiento personal mientras trato de ser empático con los demás.
Puede que mi soledad me enseñe a valorar un poco más los momentos de verdadera conexión con los demás, recordándome que todos, en algún momento, nos hemos sentido solos entre la multitud, y ese reconocimiento común puede ser el comienzo para tender la mano, de romper la burbuja, de encontrar y ofrecer refugio en este mundo de almas errantes...
PD:
Aunque la soledad
pueda parecer
un callejón sin salida,
también es el entendimiento
y conocimiento mas profundo
de nosotros mismos...
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