Aquel destino que pretendemos manipular
no está en nuestras manos.
Gritos a nuestro alrededor, alguien que ríe,
alguien que llora.
Queriendo desertar de lo predeterminado,
de lo político y socialmente correcto.
Tan solo en momentos como éste
se puede comprender la razón
por la que los dioses se aburren.
Cuando todo se sabe,
cuando no hay sorpresa,
se convierte la vida
en una ecuación matemática
demasiado fácil.
Pero la poesía crece
en rincones escondidos,
en húmedos lagrimales,
entre piedras y arenas, allá donde
dos más dos no suman cuatro.
Mejor preguntarse que pasara mañana
no está en nuestras manos.
Gritos a nuestro alrededor, alguien que ríe,
alguien que llora.
Queriendo desertar de lo predeterminado,
de lo político y socialmente correcto.
Tan solo en momentos como éste
se puede comprender la razón
por la que los dioses se aburren.
Cuando todo se sabe,
cuando no hay sorpresa,
se convierte la vida
en una ecuación matemática
demasiado fácil.
Pero la poesía crece
en rincones escondidos,
en húmedos lagrimales,
entre piedras y arenas, allá donde
dos más dos no suman cuatro.
Mejor preguntarse que pasara mañana
o si no es mejor ponernos a improvisar.
Mejor no dudar que la improvisación
es bella como un amanecer, aunque
no tengamos claro si mañana lo hará...
Mejor no dudar que la improvisación
es bella como un amanecer, aunque
no tengamos claro si mañana lo hará...
PD:
Mejor improvisar
que llevarse una decepcion
por quimeras imaginadas...