Y deja de existir el tiempo y el espacio a nuestro alrededor, como si el mundo fuera consciente de la complicidad que atesora nuestro corazón, dejandonos empapar por el aroma de nuestros deseos, princesa de mi cuento encantado, dejame fundirme en las palpitaciones de tu cuello, con mis besos alborotados, con mis labios perdidos entre los pliegues de tu piel, necesito atraparte en mi cuerpo, apaciguar el calor que emana del laberinto de tu pasión, dejame conseguir transformar los demonios en dulces revuelos, acompañando tus movimientos, no me dejes respirar, ahogame en tus encantos por que quiero olvidar lo terrenal, viajar mas allá de las leyes físicas, transportando mis sueños e ideales hacia el infinito, quiero olvidar lo real y surreal del todo por nada, habilitando en este momento el deseo convertido en calidad piel, agitada y extasiada, donde solo existe la tentación de tu ser, milagro tentador, acercándome a través del espacio hacia la eternidad, compartiendo teoremas de proximidad, mientras las voces se expanden y los colores se transforman escondiéndose tras las esquinas de las estrellas, a las que oiremos murmurar, contandose unas a otras, la magia que desborda el manantial de nuestra entrega al vuelo incansable de los deseos.
PD:
Cuando se ama
no existen espacios
lo suficientemente pequeños
como para no poder
tocar la inmensidad...