No sabría cómo decirte a que huele
esta desesperación que siento, porque me doy cuenta que la distancia nos va
separando con inusitada rapidez, escribo en soledad, intentando acompasar el
lagrimal de mis letras, sintiendo como se instala un beso en cada recuerdo o
una caricia perdida en cada gesto, en
todas las palabras el sentimiento a gritos reclamando tu regreso, si bien es
cierto que la distancia es el olvido y que con él, lo real se emborrona de colores
ennegrecidos, no debo desterrar el descuido, ni el olvido, no debo envalentonarlo, aunque
no estés, nada pasa desapercibido, para mis ojos sigue la ventana abierta, la
cama desierta y tu aroma revoloteando por mi alrededor, he soñado con tu piel junto
a la mía, intentando encontrar recovecos olvidados, temo perder el alma de mi
memoria, el recorrido transitado, pero todo
sigue en silencio y cada impulso de pasión anhela tu calor, seguiré soñando, seguiré acariciando
tus desnudeces en la almohada, al son de
la melodía que un día no muy lejano marcaron nuestras caricias, siento mis
letras cansadas y mis recuerdos seguirán anidados en algún lugar, desorientados
, esperando recortar la distancia entre tu boca y la mía…
Pd: las distancias envalentonan el olvido…
Bellísima prosa, cuando todo se pierde, el recuerdo siempre lo regresa.
ResponderEliminarAbrazo
La cobardía es la que alimenta las distancias, esas que envalentonan el olvido... la clave está en darle la vuelta: ser valiente para acortar las distancias y acobardar el olvido... no vale de nada una ventana abierta, si nadie se asoma a ella...
ResponderEliminarUn abrazo