Antes de llegar
a la ultima hoguera,
debemos quemar
todos nuestros navíos
y antes de ello,
quemar tambien,
el lastre con el que crecemos,
quemar toda la sabiduría
que pretendíamos conseguir
y todos los lugares
que soñábamos pisotear.
Envolver con ese
humo purificador
nuestras ganas
de recorrer el placer,
de rozar la locura,
regresando después,
a la realidad....
Pringarnos de ese olor a rocío
cuando cerramos el ultimo bar
y por supuesto
reinventarnos cada día
para llegar con aliento renovado
a esa ultima hoguera
que sin duda
cambiara nuestra vida.
O tal vez....
nuestra muerte
que irremediablemente
gira a nuestro alrededor.
Sólo necesito sentarme un ratito al lado de la hoguera para sentir ese tintineo que me acompaña desde el paseo. Dicen que hereje no es el que arde en la hoguera sino el que la enciende. Yo digo que esta hoguera encendida con mucho tacto debe dar una enorme lumbre alimentandose de la sinceridad y la pasion. Y sin quemarse.
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