Y perdió los papeles tras los cristales ahumados, rincones envenenados de supuestos arquetipos cambiados, sin saber como reaccionar, sucumbió a sus malos augurios, a la intermitencia de su razón, al palpitar de su corazón, pero se dejo llevar, se dejo llevar por los cielos engalanados, por los versos entusiasmados, por los silencios ambicionados, mientras intentaba susurrarle al viento el fluir de su sangre diluyendo las cicatrices de los olvidos, barriendo suspiros y emocionando el reencuentro cautivo de sus propias veleidades, abrazando los esquemas de cualquier sonrisas, que no hacían sino recordarle, que la felicidad no se gana con esperarla, sino buscándola...
pd:
no hay que dejar de buscar...
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