Sin importarme si esta nublado o luce el sol, arena mojada pegada a mis pies, cuan sortilegio a las buenas costumbres de adentrarse mas allá de lo estrictamente superficial.
El tiempo no existe, al menos de momento, confirmo la
parada, quieto en la penumbra de los desamparados, de aquellos a quienes no le importa la diferencia de un segundo o dos,
el más o el menos, pasó a segundo lugar.
Satisfecho de matarlo y mandarlo al infierno, sin importar las reclamaciones que osaran presentarme al final de la cuestión,
solo importa disfrutar el momento, me conformo con unos días de su apretada
agenda y echarme la arena de sus relojes a la espalda, sin preocuparme de
convertirme en estatua de sal, porque no pienso mirar atrás..
pd:
Desentumeciendo los sentidos...
El color de la arena de postal me trae el rojo del desierto y de las esfinges. Arena derramada de siglos de relojes, bajo un sol calcinador.
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