Un beso en la mejilla rompió la primera barrera y un segundo después, provocando una sonrisa, la reacción contribuyo a suavizar la situación, a descomprimir la cercanía, a distribuir la energía, a visualizar la complicidad en un mar de vaivenes que suspendía la desesperación de la lejanía, a los conjuros del temblor bajo los efectos de la consabida letanía, entre infiernos y vacios, entre el dolor y la desesperación, entre la pena y la obsesión, un beso en la mejilla rompió y desencadeno la alegría, desentumeció la algarabía, conquistando el reencuentro que le mantenía...
pd:
tras el primer paso llega la algarabía...
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