Nunca
el olvido será testigo de nuestro destino, recreando como puedo esos momentos
vividos, donde la vida no era mejor ni peor, sino especial, momentos que
empapan sensaciones a pesar del tiempo transcurrido, con ese olor añejo que
circunda la oscuridad, recubriendo de pasada cada centímetro que ambiciona
regresar, más no hay vuelta atrás, salvo rememorar cada mirada que puedan
reparar los suburbios del corazón, el
juego continua, no hay forma de cambiar el resultado en contra, los vacíos se
acrecientan, sumando al otro lado las ausencias y restando de este, la sutileza verbal del sentimiento eterno,
suda la pena y se niegan los argumentos a pesar de los caprichos del tiempo y
sus consecuencias escenificando mis pasos desde entonces, donde tu marcha me creo un profundo sentido de
lo efímero, la dura realidad de la vigilia del vértigo, de saber que no me puedo contentar, que la
ausencia resquebraja los segundos, que los segundos duran eso, segundos y que
estos hay que vivirlos como si fueran los últimos, viviéndolos como los viviste
tú, aferrado a la vida sin desperdiciarla…
pd:
hay ausencias que siguen sin curar...
Tu prosa es hermosa y triste, tiene eso que el tiempo nos deja así, a lo lejos.
ResponderEliminarAbrazo