No dejan de pasar, o mejor dicho, paseamos por los años que acumulamos, algo aturdidos, en un enredo que a veces nosotros mismos nos empeñamos en complicar con historias sin color.
Podría parecer que no queremos que nos tomen en serio, aunque hablemos muy seriamente, creyendo que estamos en alerta y en definitiva estamos despistados.
Desterrar las distancias y comenzar de nuevo, saludando a nuestro pasado, no sin cierta reverencia.
Dar las gracias y desterrar todos los "no me sale" con una sonrisa.
¿Por qué no sacarle la lengua al dolor?
Pitorreándonos de nuestra más profunda tristeza y posiblemente, descubriremos que nuestro ángel de la guarda está guiñándonos el ojo.
Que lo vivido es tan solo un boceto, que aquellas lágrimas nos ayudaron a crecer, que el camino de la nostalgia puede marcar nuestro camino, pero no, nuestra vida, que sigue girando a nuestro alrededor y vivirla, puede ser el mejor de los propósitos para este nuevo año...
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