
Entre el recuerdo y el cansancio que van dejando
todas esas flores marchitas a ambos lados de mi
destino, la oscuridad se torna espesa y copiosa,
abro los ojos y encuentro en mi cama repleta de
nadie, alboroto de sabanas que solo saben decirme
que mi soledad vino a buscarme hace tiempo. Desliza
el insomnio sus manos sobre mi frente negandome los
sueños, murmurandome con burla al oído que todo se
lo debo a el. Y mientras tanto no dejan de girar a
mi alrededor todos esos recuerdos que en blanco y
negro atosigan mi cabeza, de fondo ese gotear del
segundero, incansable, incombustible, martilleando
cada centímetro del silencio. Siento la asfixia como
va llegando poco a poco, empezando desde dentro y
conspirando hasta poder conseguir una muerte lenta,
una muerte certera. Incoherencia de recuerdos que
van desvaneciéndose, ya no son ni en blanco ni en
negro,van dejando de desfilar a medida que el sopor
va destruyendo mi consciencia, adueñándose de cuerpo
y alma, transportando sin esfuerzos mas allá de la
vida toda mi independencia, todo me pesa, apenas puedo
controlar mis sentidos, menos aun mis movimientos, de
nuevo vuelve a sonreír la ingravidez,no puedo dejar de
preguntarme si duermo o tal vez muero un poco cada noche...
A lo mejor dormir no es vivir porque no le sacamos un provecho material. Pero la vida nos hace dormir y más que nos hará. Y si no se puede dormir, se está, revolviendo sábanas, a dúo.
ResponderEliminar