Los recuerdos se amontonan en el cenicero. Tras el humo, rayos y centellas cautivan la atención. Ausencias desprovistas de tiempo muerto, que habitan en la comisura de los labios. La razón, dolorida, envalentona la soledad que nos desborda.
Cualquier retoque a la realidad será tenido en cuenta. Cualquier atisbo de inocencia será usado en nuestra contra.
No vale dejarse llevar por el viento, ni tampoco por el tiempo. Quedarse plantado resultará incierto. No hay que usar el comodín, ni descartar la intención, para no perderse nada, para no dejarse nada en la garganta.
Aunque nuestro entendimiento se empeñe en declarar desierto cualquier acontecimiento, los recuerdos se amontonan tras las esquinas, tras los muros invencibles, y tras los versos que algún día fueron nuestros y de nadie más.
pd:
y los acontecimientos
se empeñan
en seguir
recordándolo...
Leerte es darse cuenta de la magia que se puede crear con las palabras, sobre todo cuando son tuyas.. la magia de poder expresar aquello para que no se quede en la garganta.. gracias por seguir ahí! Abrazzusss mil!!
ResponderEliminarCuando los recuerdos se entremezclan con los sueños...
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